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Sócrates

Nace en Atenas en 469 a.C. y muere en el mismo lugar en 399 a.C. Es el máximo exponente de la sofística de finales de siglo V (a. C.) después de Gorgias y Protágoras. Debido a la mala fama atribuída a los sofistas por parte de la opinión pública, tachados de hacer negocio con la educación, Sócrates procuró ágilmente desvincularse de esa corriente. Para ello, se negó a recibir las prebendas y regalos que este colectivo tenía como costumbre percibir por sus servicios educativos. Así, tuvo una vida humilde y ascética. Se preocupó especialmente por los presupuestos morales y éticos y las consecuencias que éstos desentrañaban en la sociedad. Para ello, practicaba el diálogo constantemente induciendo al interlocutor a expresarse con la mayor sinceridad posible. Dice Bowen en 1976 que “su arte consistía en sacar a la luz, mediante hábiles interrogaciones, unos conceptos y una comprensión que están ya presentes en el espíritu del otro” (p. 136) .Fue así como Sócrates contribuyó al desarrollo de la lógica con sus dos grandes conceptos: la inducción y la definición. De modo similar a cómo San Agustín lo expondría después, Sócrates advierte de que la tarea del maestro debe ser ejercer la “extracción” de todo el potencial psíquico e intelectual sin descubrir que se encuentra en el individuo.