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Loris Malaguzzi
Nace en Correggio, febrero de 1920 y muere Reggio Emilia, enero de 1994. Educador italiano. Se licenció en Pedagogía en la Universidad de Urbino y comienza a ejercer en un pueblo cerca de Reggio Emilia llamado Sologno.
Fue una figura importante en la experiencia educativa de Reggio Emilia, actuando como consultor de numerosas escuelas de la región con sus ideas pedagógicas progresistas y renovadoras.
En 1950, una vez finalizados sus estudios en Psicología, comienza a trabajar en la Asesoría Médica-Psicopedagógica para niños/as con necesidades educativas específicas del municipio de Reggio Emilia.
En 1963 colabora con la apertura de la primera escuela laica para niños y niñas de 3 a 6 años, todo un referente en Reggio Emilia.
Sus concepciones pedagógicas defendían que los niños/as poseen múltiples potencialidades o lenguajes para entender y expresarse en el mundo. A esta idea le llama “Los cien lenguajes del niño”.
Para canalizar y potenciar estos lenguajes, utilizó recursos innovadores como el teatro educativo mediante el cual los niños aprendían y se expresaban de una manera artística, distinta a la establecida. En este sentido, fue un crítico acérrimo de la escuela tradicional ya que, según Malaguzzi, su rígida estandarización cercena las múltiples posibilidades que el alumnado posee para aprender.
Loris Malaguzzi, mediante su poema “El niño está hecho de cien” representa de una manera grandilocuente su idea de “Los cien lenguajes del niño/a” en la escuela.
Poema
El niño está hecho de cien. Loris Malaguzzi
El niño tiene
cien lenguas
cien manos
cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien, siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse, de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
El niño tiene
cien lenguas
(y además cien, cien, y cien)
pero se le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.
Le hablan:
de pensar sin manos
de actuar sin cabeza
de escuchar y no hablar
de entender sin alegria
de amar y sorprenderse
sólo en Pascua y en Navidad.
Le hablan:
de descubrir el mundo que ya existe
y de cien
le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas
que no van juntas.
Le dicen en suma
que el cien no existe.
Y el niño dice:
En cambio el cien existe.
Loris Malaguzzi